Escartín
El Sobrepuerto es el área occidental del gran valle de Broto. Sus numerosas poblaciones fueron, una tras otra, quedándose despobladas hasta ser hoy dolorosas ruinas para quienes las contemplamos.
Escartín es uno de los pueblos que ha sabido conservarse mejor frente a las inclemencias y saqueos.
Para ascender a el, iremos primero a Bergua, pueblo recuperado tras su abandono en los años 80.
Dejamos el coche a la entrada de este lugar y cogemos la senda que desciende al pueblo, atravesándolo por su calle principal. A la derecha, su iglesia levantada sobre una anterior en el siglo XVII y que conserva, de su origen románico, un vistoso y partido crismón junto al cementerio.
Tras pasar dos torres defensivas infanzonas llegamos a una pequeña plazoleta a cuyo fondo, vemos una tercera torre.
Dejando esta torre a la izquierda salimos del pueblo e iniciamos un rápido descenso que, en diez minutos, nos va a dejar ante las pozas de Bergua, lugar ideal para el baño cuando el calor estival aprieta.
Cruzamos el doble puente metálico que nos deja en la ribera izquierda del barranco de Bergua. A partir de aquí iniciamos un lento pero constante ascenso de 1,30 aproximadamente. Atravesamos bancales, bordas en ruinas, un atractivo robledal, restos de construcciones pastoriles hasta llegar a ver Escartín, colgado de la cara sur del monte Manchoya.
Pasear por sus calles es llorar un mucho, admirando a sus antiguos pobladores, hoy alguno todavía vivo, que supieron sobrevivirle a uno de los valles más aislados y duros del Pirineo hasta los años sesenta, en que los dejaron abandonados.
Merece acercar a su plazoleta con fuente y a lo que queda de su iglesia, aun con techumbre, donde podemos firmar en el libro dejado por los antiguos vecinos como prueba de que el pueblo muere, pero su memoria tira hacia delante el tiempo que ellos sigan vivos.
El descenso por utilizando la misma senda.

Tiempo de Duración; 3-4 horas
Dificultad: Media