dav

Bergua es una víctima más del abandono padecido por el mundo rural.

Llegué a pisarlo, siendo niño, cuando ya no vivía nadie. Cuando sus calles eran silencio.

Pero hubo suerte.

En los años ochenta, la vida retornó por mano de aquellos que naciendo en urbe, deseaban una vida más en contacto con la naturaleza.

Hoy Bergua es el pequeño milagro del valle de Broto.

Pero ese milagro, llegó tarde para su patrimonio.

Hoy, la iglesia de la Asunción, es irremediable ruina. Nada evitará ya que acabe en el suelo.

Su crismón tardo románico prueba de que allí dentro ya se rezaba en el siglo XIII.

No obstante, tal y como se puede leer en la inscripción existente en una de las paredes supervivientes, el edificio actual fue levantado por un tal Pedro, en el año 1453, el mismo año en que caía Constantinopla a manos de los turcos.

Su bucólico cementerio, acoge todavía el reposo eterno de los últimos moradores.

Bergua quedaba a medio camino entre el cristianismo imperante en el llano y el paganismo o al menos retazos del mismo, que sobrevivió a duras penas en los valles mas agrestes del Pirineo.

Y esa circunstancia se nota en la Asunción.

Caras vigilantes, reminiscencias de creencias más antiguas que los obispos, custodian la puerta y esquinas del mismo templo.

La portada es un bello ejemplo sencillo y sólido si bien, su deterioro es evidente y no le queda mucho en pie.

Del interior es mejor no hablar para evitar deprimirse pero todavía conserva dos majestuosos arcos de medio punto que amparaban las capillas laterales del lado sur.

Su campanario es el elemento más llamativo y ofrece la peculiaridad de ser a la vez la entrada al templo, una solución verdaderamente  extraña que tal vez se justificase en cierta necesidad bélica.

Bergua es abundante en elementos defensivos, presentes aun en todo el caserío y afortunadamente restaurados.

Podemos disfrutar de sus dos torres defensivas y varias aspilleras.

El por qué tanto temor siendo que la frontera no lindaba con el Sobrepuerto, se explica en que la Honor de Cortillas fue, durante el convulso siglo XVI, refugio para bandoleros, herejes y perseguidos de la justicia, lo cual explicaría que Bergua y su iglesia, se fortificasen para defenderse de sus acometidas.

No era fácil la vida en el Alto Aragón de antaño…ese que ni wifi, ni calefacción, ni baño.