Piedras centenarias, románico, puro Sobrarbe y Pirineo.

Hoy os explicamos una sencilla pero recomendable visita apta para todo tipo de públicos, desde avezados montañeros con necesidad de una jornada “Light” hasta familias. Comenzamos desde el pequeño pueblo de Samitier, a unos 15 kmtrs dirección Barbastro partiendo desde Ainsa. Saliendo de Torla cuesta aproximadamente una hora llegar. Aparcando entre sus estrechas calles, toparemos con el camino señalado como “castillo de Samitier”. Se trata de una hora de subida moderada a través de una pista forestal de uso restringido. Se atraviesas bancales ya abandonados y una vegetación típicamente mediterránea, pues nos encontramos al sur del Sobrarbe, limite entre el mundo pirenaico y ese 90% del país que huele a calor y olivo. Tras esta pequeña camina alcanzamos la iglesia de Samitier, no ha mucho restaurada. Esta maravilla románica presidía la antigua fortaleza, mucho mayor de lo que hoy ofrece y poblada gracias a una pequeña aldea extendida a sus pies de la que hoy queda apenas un poquito de recuerdo y ninguna sombra. Perderéis un buen rato disfrutando de este templo eso sin duda. Desde el, apenas a 5 minutos, se alza la torre de homenaje, arruinada pero aun imponente de la fortaleza. Samitier fue castillo levantado en el siglo XI, cuando Sancho el Mayor de Navarra reconquistó estas tierras a los musulmanes y se vio obligado a guarecerlas tras un cinturón defensivo aun muy presente en la memoria y el patrimonio sobrarbés. Las vistas son impresionantes. Al sur, una caída vertical se erige sobre la cola del pantano de Grado. Desde allí, la tierra llana y Barbastro. Al norte, el gigantesco Pirineo, presidido en este tramo por el Monte Perdido. Toda una línea de tresmiles y sus correspondientes valles. A los pies, la tristeza de ver el pantano de Mediano que tantas vidas quebró. Herida abierta en nuestro pasado.

Duración: 1,30 ida y vuelta.

Dificultad: Muy fácil.