Ermitas de Bergua
Siguiendo nuestra serie de ermitas, os enviamos a Bergua.
Bergua es un milagro. A pesar de que la localidad quedó deshabitada, estos hipiachos, neaorurales, porretas, piojosos según se lo mire, hicieron un trabajo duro y admirable que ha permitido devolver a la vida esta pequeña y recóndita localidad del mítico valle de Broto.
Agradezcámosles a ellos el esfuerzo y la posibilidad de disfrutar hoy de semejante patrimonio.
La decana de todas las ermitas del valle, se encuentra a 100 mtrs de esta localidad entrando por la calle superior a su izquierda, demasiado escondida entre bojes y arbustos. Es la abuela absoluta de las iglesias de esta zona del Sobrarbe.
Las piedras de San Bartolomé compartieron siglo con Gonzalo rey del Sobrarbe, con Almanzor, con Ramiro I y la gran época inicial del reino aragonés. Su cabecera conserva pinturas góticas y su sala principal seguramente se alzó en una ampliación posterior. Pero el más vetusto de sus sillarejos, fue puesto en un mundo muy distinto al que hoy disfrutamos.
San Bartolomé es de esos lugares que, una vez te encuentras dentro, sientes estar viajando en el tiempo.
La otra virguería que podemos encontrar en Bergua es la Iglesieta de los Moros.
Para llegar hasta ella debemos poner atención y esfuerzo.
Descendemos primero hasta las afamadas gorgas de Bergua, lugar de baño estival y, tras cruzar los dos puentes metálicos, agarramos en dirección a Ayerbe de Broto.
Tras ascender un rato tendremos que abandonar la senda principal agarrando a la izquierda otra secundaria donde, donde, lamentablemente, debemos dejarnos guiar un tanto por la intuición.
Tras atravesar una zona inundable, mucho barro, poca senda, llegamos a lo que en verdad es un eremitorio rupestre en mal estado de conservación pero de indudable valor, no solo por sus tres siglos de historia, sino porque sus pinturas, extrañamente conservadas en un ambiente tan húmedo.